El Gabinete. Colección Fundación Migliorisi

Marzo 2022

Con apoyo de la Fundación Itaú, la exposición cuenta con curaduría y expografía de Ticio Escobar y Osvaldo Salerno y exhibe un acervo institucional conformado a lo largo de años por el artista Ricardo Migliorisi, recientemente fallecido. Migliorisi había adquirido un inmueble y lo edificó con el afán de alojar su colección con un criterio de proyección pública. El museo que instituyó cuenta con una exposición permanente de arte sacro, y dos salas de exposiciones temporales. La exposición reúne piezas de índole diversa: pintura moderna y contemporánea, instalaciones, exvotos, fotografía, grabados, textiles y piezas ornamentales, conformados sin un criterio curatorial estricto. En la colección pueden ser encontradas obras de Édouard Manet, Robert Rauschenberg y Antoni Tàpies, obras de artistas modernos y contemporáneos de Paraguay, así como la del propio Ricardo Migliorisi.

El gabinete

Esta exposición reúne parte del acervo del Museo/Fundación Ricardo Migliorisi, institución que, aunque afín a los criterios del Museo del Barro, con el cual se encuentra fuertemente vinculada, se caracteriza por rasgos singulares que la vuelven un caso especial dentro de la musealidad paraguaya. En primer lugar, traduce un movimiento orientado en sentido contrario al expolio de los bienes públicos a favor de intereses particulares. En este caso, como en pocos otros, Migliorisi ha dejado a disposición del público valiosas piezas de arte adquiridas con sus peculios particulares a lo largo de muchos años. Pero armar una colección de importancia supone no solo ingentes desembolsos económicos, sino criterios de selección, permanente actitud de búsqueda de piezas significativas y, sobre todo, pasión; obsesiva pasión de coleccionador.

En segundo lugar, las colecciones no fueron formadas según los criterios convencionales de un museo que busca completar una cierta totalidad, o al menos un conjunto orgánico. Las piezas que integran tales colecciones siguieron el rumbo marcado por la intensa lógica del deseo: como los hacedores de los antiguos “gabinetes de curiosidades”, Migliorisi colectaba pequeñas joyas o grandes obras siguiendo su olfato, sus ganas, su sed de belleza. Así el patrimonio del museo se compone de lo que él consideraba lo mejor de su propia producción, pero también de pinturas, grabados, dibujos, esculturas y objetos muy diversos correspondientes a culturas precolombinas, populares latinoamericanas, coloniales, republicanas, europeas, orientales y africanas.

El resultado es una importante colección de obras, desprovista de organización curatorial en términos convencionales, pero firmemente sostenida por relatos diversos y entrecortados que suponen una manera alternativa de concebir el discurso museal. Un discurso éste cuyos movimientos siguen motivaciones azarosas y suponen un espacio topológico, sin centro, ni pretensión de totalidad, ni estructura previa. La narración y el concepto llegan después, convocados por la lógica antojadiza del deseo en un sentido cercano al de la poderosa obra literaria de Migliorisi titulada 713, cuyos textos, o puntadas de textos, generan su propio itinerario impulsados por imágenes intempestivas.

La expografía de esta muestra interpreta estas notas considerando las limitaciones del espacio expositivo: la exhibición de todo el patrimonio del museo hubiera requerido salas cuyas dimensiones resultarían imposibles de alcanzar. Pero el montaje también considera el espíritu de los gabinetes de curiosidades y de las exposiciones decimonónicas: se extiende buscando cubrir el mayor espacio posible entre el techo y el piso para enlazar mejor obras disímiles pero provistas de cierto parentesco migliorisiano. Ese criterio exige un riguroso esquema de distribución capaz de aliviar mediante arbitrios estéticos la pesadez visual que podría provocar la profusión de obras. A la hora de seleccionar tales obras, se consideró no solo la posibilidad de que ellas dieran cuenta de la diversidad de la colección, sino también el hecho de que, en parte considerable, provinieran de la casa particular de Migliorisi, donde durante las últimas décadas definieron un clima específico y fueron parte de su mundo más cercano. Esta procedencia da cuenta del vínculo afectivo que tenía el artista con las piezas de su colección: él las rastreaba no para hacerlas elementos de un conjunto a ser completado, sino para tenerlas a la vista, convivir con ellas y hacer que devinieran componentes de su propio entorno cotidiano.

Por último, la colección ahora expuesta enfatiza la magnitud y complejidad del generoso legado de Ricardo Migliorisi, que se asienta en el inmueble comprado por él y edificado con sus propios medios, y crece con su aporte dejado en los más diversos ámbitos del arte producido en el Paraguay.

Ticio Escobar

Febrero, 2022