Nombres en busca de un hogar

Mayo 2021

Nómina de artistas: Fernando Allen, Leticia Alvarenga, David Amado, Marcos Benítez, Fredi Casco, Feliciano Centurión, Christian Ceuppens, Silvana Domínguez, Celso Figueredo, Juan Heilborn, Javier Medina Verdolini, Ricardo Migliorisi, Javier Palma & Lia Colombino, Osvaldo Salerno, Félix Toranzos, Eduardo Barreto, Olga Barriocanal, Laura Mandelik, Jimena Riso, Adriana Almada, Lia Colombino, Santiago Montiel, Andrés Ovelar, Aida Risso, Luis Ocampo Pompa

NOMBRES EN BUSCA DE UN HOGAR
Fronteras entre discurso e imagen

Un impronunciable busca asilo en la modulación de las palabras, busca la garantía de un porvenir en el trazo de una escritura que sea capaz de sellar el lugar posible de su repetición. El hogar que son las palabras puede representar un resguardo para lo específico e invariable, se exprese éste en la materialidad sensible o en las cualidades y relaciones de lo abstracto. Sin embargo, en ocasiones, fuerzas imponen una torsión, un desvío que libera el excedente a través del cual el sentido, expulsado del límite de la denotación, enuncia lo múltiple: nos encontramos, entonces, ante la poesía.

A veces, el poema puede mirarse a sí mismo.

La triangulación del signo lingüístico ofrece la paradoja de una función metalingüística: las palabras, reconocidas convencionalmente como invocadoras de imágenes, conjuran mediante su pronunciación –también, claro, mediante su escritura y lectura– signos más o menos equivalentes a sus significados: no obstante, las palabras escritas y pronunciadas poseen forma y también son imágenes en sí mismas.

No es infrecuente transpolar el verbo leer a campos disciplinarios adyacentes, en que se apele a sentidos de interpretación y traducción. Sin embargo, ciertas tradiciones han encapsulado a tal punto las disciplinas que el arte de la escritura se fabricó un terreno relativamente autónomo en que, a su vez, la forma privilegiada de la función significante de las palabras –el modo en que retóricamente son organizadas– desplazó la caligrafía o la tipografía como meros medios técnicos y menores, y ni qué decir la prosodia. ¿No implicaría cierto desafío buscar ver la forma, las imágenes que son las palabras, sin ser traicionado por el mandato de leerlas? ¿Y si se pudiera leer en la organización sensible del discurso algo que no es enunciado por el imperio convencional del significado?

Por otro lado, ¿cómo exponer el discurso? Museos y galerías están llenos de discurso: textos de sala, textos curatoriales, catálogos, señalética, publicaciones, cédulas de sala, archivo, subtítulos de audiovisuales, discursos proferidos, conferencias, obras sonoras, audiovisuales, nombres, firmas, relatos de guías, etc. Como un complemento que articula las fronteras abiertas entre imágenes y gestos que integran los relatos curatoriales, la escritura también es puesta al servicio de las curadurías; en ocasiones, deviene expresión y huella de un proceso de aprendizaje que la investigación curatorial propicia. Y, por supuesto, están las obras textuales, gráficas, tipográficas. Parece que los espacios de exhibición son terreno fértil para el discurso. Demasiado discurso, dirán algunos.

Cuando pensamos metalingüísticamente, prestamos atención al asombroso que habita en nuestro interior: La vida de los alfabetizados está llena de escritura, y viven la condena de leer como una forma de su destino impostergable. Se trata de un conocimiento crónico, del que difícilmente se puede huir, hecho de las consistencias con que están hechas las ideologías y las hegemonías.

Esta exposición reformula un éxtasis antiguo: el de los lectores primitivos ante el asombro provocado por la escritura como tecnología de traducción y repetición del discurso. No obstante, no se trata aquí de señalar unas cualidades comunicativas, ni tampoco lo que los discursos aquí reunidos enuncian. Más bien, tornar evidente un común establecido a partir de las intersecciones entre escritura y otras formas sensibles: fotografías, registros de acciones, obras visuales, textiles, objetos y obras sonoras en que se aprecian tensiones en la frontera entre imagen y discurso. El programa de la exposición se completa con obras de cinco diseñadores y diseñadoras que interpretan visualmente textos de poetas contemporáneos, participando de un paisaje de lo artístico transdisciplinario que busca ofrecer una muestra de la condena a leer, incluso cuando no hay palabras.

Damián Cabrera
Asunción, diciembre de 2020